22/12/07

José y el Pan Blanco

José Delicado detesta la corteza del pan blanco. Al punto tal, que cada vez que desea comer un sándwich, intenta con excesiva delicadeza quitarle absolutamente todos la bordes. Esto le lleva tanto tiempo, que una vez que termina de delinear con el cuchillo el contorno de cada rodaja, las ganas de comer sándwich se hayan extinguido por completo. Entonces vuelve a cerrar el frasco de mayonesa (que dicho sea de paso, nunca recuerda para que lado son las roscas) guarda el trozo de pan (sin bordes a esta altura) y se acuesta a dormir con el estomago vacío.

Pero sus problemas con el pan, no acaban ahí mismo. Más allá de la corteza, siente un especial apego por la forma. Una silueta que le genera cierta debilidad. Por algún motivo que no puede precisar, siente la obligación de respetarla casi milimétricamente; lo que muchas veces lo lleva a comer sándwiches de un tamaño irrisorio. Imagínense, un hombre quitándole la corteza al pan, respetando su forma original, que cada vez que su cuchillo se sale un milímetro de su recorrido, vuelve a intentar tornear hasta dejarlo perfecto. Esto ocasiona que el trozo de pan sea cada vez más pequeño, obviamente. Lo que obligadamente, genera como resultado, un emparedado de no más de dos centímetros cuadrados. Un sándwich que deja con hambre hasta al estomago menos pretencioso del planeta.

Lo peor de todo, o tal vez lo mejor, es que al Señor Delicado considera esta actividad completamente normal. De hecho, cree que muchas personas en el mundo actúan de igual manera.

Yo, por mi parte, no como pan blanco. Me da mucha perece sacarle los bordes.

1 comentario:

El Holandés Herrante dijo...

Brindemos con una copa de vino por este fin de año, y para que el nuevo nos encuentre más unidos y en paz.
Saludos.
Buenas fiestas.