Dos tazas de café...

Esto debe tener más de 4 años... espero que sea del agrado de alguien...

Las dos tazas de café se abrazaban y se enfriaban sobre la mesa mientras te subías a ese taxi maldito aquel viernes a las tres de la mañana. Después de decirme adiós, murmuré algo a tu oído y ya no pude retenerte. Quería que mis palabras te reverberaran en la cabeza, pero cuando de hablar se trata, no creo ser tan eficiente.

Y aunque el taxi se alejaba, ya te habías ido mucho antes.

Abrí la puerta de mi casa y me reencontré con la soledad y con dos tazas de café que me esperaban medio llenas o medio vacías. En ese momento no supe o no pude ver la diferencia. Miré el reloj y esperé... En algún rincón de mí, esperaba que volvieras... pero seguí esperando.

Las agujas del reloj se disputaban una carrera contra el tiempo. La espera se volvía insoportable. Duele tanto perder algo que nunca se tuvo...

Las tripas se me juntaban con el dolor, se mezclaban y se hacían una sola cosa.

Pasaron los días y recién ahora me animé a tomar este papel y volver a escribirte. Necesitaba hacer mi duelo (¿Pero cómo velar a un muerto que nunca estuvo vivo?)

Todavía no pude desatar el nudo que tengo en el estomago desde ese día y no creo que pueda hacerlo en mucho tiempo. Pero eso depende de mí y no puedo culparte.

Y aunque ya se como son las cosas, no puedo dejar sentirme como las tazas de café, frío y medio vacío... pero sin abrazar a nadie.